- El programa de visitas reunió a familias que disfrutaron de este espacio, que fue un vertedero, y que ahora recoge la mejor colección de palmeras de Europa
El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, reconoce “la importancia de estas visitas que llevan desarrollándose por octavo año consecutivo y que aportan información destacada sobre las especies y las historias del jardín aún desconocido que surgió de la reconversión de un vertedero y ahora es un almacén de biodiversidad mundial”.
Por su parte, la responsable de Fundación Cepsa en Canarias, Belén Machado, indica que “estas visitas han vuelto a ser un éxito pues aúnan familia, ocio y educación y sensibilización ambiental. Aparte de colaborar para hacer posibles estas visitas, Fundación Cepsa está muy presente en diversos proyectos de biodiversidad y educativos en el Palmetum, y poner en valor este espacio nos parece fundamental”.
El concejal de Sostenibilidad Ambiental y vicepresidente de la Fundación Santa Cruz Sostenible, Carlos Tarife, alaba “el esfuerzo de ambas entidades, que llevan años trabajando de la mano para ofrecer este programa de visitas como una alternativa de ocio dirigida a las familias de la isla, para dar a conocer este tesoro de la biodiversidad”.
El Palmetum de Santa Cruz fue inaugurado el 28 de enero de 2014, después de un proceso que duró más de 20 años y que consistió en la conversión de un espacio totalmente degradado en un paraíso para la naturaleza. Un proyecto único en el mundo que cuenta con la mejor colección de palmeras de Europa, considerada la mayor colección botánica de palmeras de islas tropicales del mundo.
El Palmetum es un espacio de 122.000 metros cuadrados ganados parcialmente al mar, que cuenta con 1.400 especies vegetales, de las que unas 70 están en peligro de extinción, así como con una de las colecciones de palmeras más completas del mundo.
Un espacio en el que, a lo largo de los años se ha desarrollado un sistema ecológico complejo en el que una gran variedad de aves se ha establecido de manera espontánea y se ha convertido en un lugar de paso de numerosas especies migratorias. Además, posee varios miradores con vistas al mar, a la ciudad y a la cordillera de Anaga. Un enclave perfecto para disfrutar y aprender en familia.